Hoy os quiero hablar de una de esas técnicas de marketing que, inconscientemente, usamos algunas veces, pero que, si les prestamos especial atención nos permiten crear algo especial, único, genuino.
Me estoy refiriendo a las palabras mágicas, esas que son capaces de hacernos sentir, de conectar, de acercarnos al interlocutor, de atraer con tan sólo eso… palabras.
Seguro que conoces a alguna persona que, cuando habla, es capaz de emocionar a todo aquel que le escucha. Con los que es fácil conectar e ilusionarse. A veces una sola frase es capaz de tocarnos, de hacer vivir sensaciones, de llevarnos a través de las emociones. Muchas veces es la forma de hablar, la forma de expresarse o el lenguaje no verbal. Pero en otras ocasiones es simplemente una elección correcta de las palabras.
Sí, esa elección. Ese momento en el que elegimos qué palabra queremos usar y con qué matices. Porque no es lo mismo una que otra. Porque en los pequeños matices está la gracia del lenguaje.
Y si esto es importante en cualquier presentación, en la que además de la palabra tenemos a nuestra disposición muchos otros recursos (entonación, gestos, …), imagina ahora la vital importancia que las palabras tienen en una página web o en una tienda online, en donde las palabras escritas se presentan así: a palo seco, con apenas unas imágenes más o menos sugerentes que les acompañan, pero sin nada más que les de un «poco de gracia».
Aquí es donde entra en juego la elección de esas expresiones más adecuadas. De esas palabras mágicas de las que vamos a hablar en esta entrada.
Ejemplo:
Y, para entenderlo mejor, comenzamos con un ejemplo que me encanta y siempre utilizo en mis clases. Imagina que tienes que vender jabón. El jabón es aburrido. Lo usamos todos los días y lo tenemos muy visto. Nos limpia y aquí acaba su cometido. Desde el jabón más caro al más barato, todos limpian bien y todos huelen más o menos bien. Pero que yo tengo que vender jabón. Encima un jabón caro ¡lo que faltaba!. ¿Cómo se lo presento al posible cliente para convencerle de pagar un poco más por mi maravilloso jabón?. Si por muy bien que huela no soy capaz de transmitirle ese olor por Internet. Lo que decía,… vender jabón a través de un anuncio en Internet es un rollo. ¿O no?.
Aquí puedes ver dos ejemplos de anuncios de jabones, después los analizamos.
¿Te has fijado?. Ambos anuncios venden un producto muy similar. Pero el primero se limita a indicar sus características, sin más. En cambio el segundo hace uso de palabras que permiten conectar, hacernos sentir, imaginarnos un momento de ducha relajante. Usa expresiones como «fuente de energía», «fresca y masculina fragancia», «revitalizar tus sentidos», «estimulante», «sensación de energía», … En apenas un párrafo ha utilizado palabras que evocan los sentidos, que nos ayudan a imaginar, … palabras mágicas. El jabón deja de ser aburrido y ¡oye, que hasta nos entran ganas de darnos una ducha ya mismo!.
Trucos para conectar con el usuario a través de palabras mágicas
Vale, y llega el momento de ponerlo en práctica con nuestros propios textos. ¿Cómo lo hacemos?. Vamos a ver unos poquitos consejos, aunque iremos hablando de esto más adelante en otras entradas (las técnicas de copywriting dan para mucho…).
No te olvides de los matices
El español es un idioma muy rico en matices. Si prestamos atención a los pequeños matices de las palabras seremos capaces de crear frases más sugerentes, más enérgicas.
No es lo mismo «exquisito» que «de lujo», no es lo mismo «tranquilo» que «apacible», «anciano» que «veterano»… Que sí, que muchas palabras son sinónimas… pero es que cuando las usamos, escoger una u otra aporta unos matices diferentes y conectan de una forma determinada con el cliente.
Adjetivos, … muchos adjetivos (aunque sin pasarse)
Los adjetivos son tu aliado para transmitir emociones y para conectar. Fíjate en cualquier ficha de producto que te guste y seguro que encuentras un uso bastante frecuente de adjetivos de todo tipo. Unos serán más descriptivos, y otros simplemente se usarán para conectar más.
«Suave», «fresco», «mágico», «especial», «personalizado», «ameno», «sencillo», «tranquilo», «precioso», «artesanal»… Piénsalo un poquito y determina qué adjetivos te pueden ayudar a definir mejor tu producto o servicio, a realzar sus cualidades positivas, a impresionar a tu cliente y a transmitirle ganas de comprarte a ti.
Huye de los textos «prefabricados» y corporativos
Hay frases que hemos oído miles de millones de veces. Y que nos aburren. Las tenemos demasiado vistas, y llega un momento en el que no nos dicen nada, simplemente porque todas las marcas las están usando y porque las vemos mil veces al cabo del día. Un mensaje que en su momento era bueno, de repente deja de serlo porque lo vemos hasta en la sopa.
«Realza la belleza de tu piel», «ahorra en tu seguro», «olvídate de las canas», … Si hay otros usando las mismas frases que tu ¡sal corriendo de ahí!.
Sé descriptivo y atrévete a impresionar
Al hilo de lo que ya hemos comentado: debemos ser lo más descriptivos posible. Dar la información necesaria y no quedarnos con el titular en aquellos casos en los que sean necesarios los detalles. Siempre que los detalles nos aporten valor deben estar allí, mostrando las bondades de nuestros productos y servicios.
Os lo explico mejor con un ejemplo que nos ocurrió hace un par de años. Fuimos en bici a un restaurante en un pueblecito de Teruel. Muertos de hambre, nos habríamos comido cualquier cosa. Miramos la carta, y vemos una «Ensalada de escabeche». Nos pareció un poco cara ¿X euros por una simple ensalada de escabeche?. Pero, como no teníamos ganas de irnos y era un poco tarde, allí nos quedamos a comer la ensalada de escabeche. Bueno, pues resulta que esa ensalada con nombre de lechuga, atún y poco más resultó llevar virutas de fue, jamón de pato, una vinagreta muy rica, queso artesano… y mil cosas más que apenas recuerdo. La persona que había redactado la carta no había prestado ninguna atención en captar el interés de los clientes. No conecta con la persona que lo lee, simplemente porque no se atreve a impresionar. Cualquier restaurante gourmet le habría puesto un nombre super-espectacular-que-te mueres a esa ensalada, y habría descrito uno por uno sus fantásticos ingredientes. Pero a veces nos da miedo pasarnos de la raya, ser transgresores del lenguaje. Y si nos pasamos de «sosos» y prudentes podemos encontrarnos con situaciones que no nos favorecen. Anímate a romper un poco las barreras establecidas, a ser cercano, a impresionar con tus palabras. Si un texto no nos ayuda a impresionar ¿qué nos aporta?.
Ten en mente el perfil de tu cliente
Siempre que redactamos un texto debemos tener en mente quién va a leerlo. Conocer su perfil es una tarea un poco dura, pero vale la pena, ya que nos permite ofrecerle aquello que le gusta, aquello que conecta con ese cliente. El lenguaje usado por cada uno es diferente. Y las emociones placenteras en cada caso son distintas también.
Comenzamos con dos ejemplos que se ven muy bien, en esta ocasión, extraídos de páginas de marcas de coche:
Sólo leyendo los textos queda claro que ambos se dirigen a diferentes tipologías de cliente. Y no, nos referimos sólo al uso del «tú» o del «usted». Los clientes potenciales para cada una de estas marcas es diferente, y por eso los textos se deben adaptar a cada uno, para así conectar mejor con ellos. Piensa cómo habla tu cliente, qué expresiones usa, cómo le gusta ser tratado.
¿Ya sabes cómo es el perfil de tu cliente?.
El cliente busca que tu producto/servicio solucione sus problemas, sus necesidades. Céntrate en ellas.
Si de verdad quieres conectar a través de tus palabras, debes olvidarte de tu producto por un momento. Y centrarte en el cliente. Debes conocer qué necesidades tiene ese cliente, qué busca y qué pretende cuando te compra a ti.
Muchas veces estará buscando satisfacer sus necesidades, o solucionar algún problema. Y nuestro producto o servicio es el medio para ello. Por eso, nos olvidamos de lo fantástico que es lo que ofrecemos, de las características tan maravillosas que tiene y de lo chachi que es, … y nos centramos en cómo va a solucionar las necesidades de nuestros clientes. Piénsalo, al cliente le da lo mismo los mililitros por gramo de material usado en la fabricación, le importa bien poco que las paredes de tu hotel sean de piedra o de pizarra, apenas sabe cuántos gigas son necesarios en su ordenador, ni si es necesario contratar a un licenciado o basta con un técnico… Lo que tu cliente quiere saber es que tu producto es de calidad, que va a estar a gusto en tu hotel, que su ordenador le va a servir para jugar al videojuego de moda o que tu vas a solucionar los problemas que tiene en su empresa. Todo lo demás le sobra.
Y como ejemplo, os dejo la descripción de una camiseta. En esta descripción verás que nos cuenta las características del producto, pero hace mucho incapié en las necesidades del cliente: «te mantendrá seco», «mayor comodidad», «ligera y suave»…
Tarea – Hoja de ruta
Ahora que ya hemos visto algún ejemplo de uso de palabras mágicas, ¿te atreves a intentarlo con tu web?. Coge tu web y escoge una de las páginas en las que describas alguno de los productos o servicios que tengas. ¿Haces uso de este tipo de palabras y expresiones en él?. Si crees que lo puedes hacer mejor… prepara el editor y dale un buen repaso al texto, incluyendo este tipo de expresiones, intentando conectar más con los clientes.
¿Te ha resultado fácil?. Sino no te preocupes. Esto, como todo, se entrena 😀